Los pensamientos negativos se originan a partir de las experiencias de aprendizaje a lo largo de la vida. Generalmente responden a patrones pesimistas, autocríticos y devaluativos que pueden ser un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión.
Estos pueden ser involuntarios e irreflexivos, y hasta surgen de manera espontánea ante un determinado acontecimiento, por lo que pueden llegar a tener un impacto negativo en la salud física y mental, y, además, repercutir en la calidad de vida de la persona.
En tal sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han abordado la salud mental y los trastornos mentales, entre los que se incluyen los pensamientos negativos; pues la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades.
¿Por qué cambiar los pensamientos negativos?
Cuando la persona no logra controlar estos pensamientos se siente triste, ansiosa, pierde el interés por las sencillas cosas de la vida y esto puede afectar la salud física y mental. Allí radica la importancia de aprender a identificarlos y manejarlos, para poder pensar de un modo diferente.
Además, se deben cambiar porque pueden causar síntomas físicos como dolor de cabeza, taquicardias, cansancio, tensión muscular e insomnio; hasta se corre el riesgo de sufrir baja autoestima.
En conclusión, lograr cambiar esta manera de pensar aumenta la expectativa de vida, reduce el sufrimiento y mejora el bienestar físico y psicológico.
Beneficios
Traducir lo negativo a positivo baja los niveles de dolor y sufrimiento emocional, reduce las tasas de ansiedad y depresión, evita las enfermedades, ayuda a dormir mejor y aumenta la autoconfianza y autoestima.
También mejora la salud cardiovascular, reduce el riesgo de accidentes cerebrovasculares y de sufrir de cáncer.
Por otra parte, mejora la capacidad de afrontar situaciones difíciles, aumenta la motivación y mantiene el optimismo.
Con información de 2001