Con su debut como anfitrión del Preolímpico sudamericano de fútbol, hacia París 2024, Venezuela intenta apalancar el crecimiento de esta disciplina en medio del auge nacional del último año, cuando la Vinotinto ha hecho soñar a los fanáticos con la anhelada y hasta ahora imposible clasificación mundialista.
El torneo de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), considerado uno de los más longevos y con mayor tradición por la propia institución, se disputará -entre el 20 de enero y el 11 de febrero- en el país caribeño, tras más de 15 años sin acoger una competición internacional de esta envergadura.
Respaldada por una renovada afición que ha abrazado a la Vinotinto en los últimos meses, la inexperta Venezuela buscará lucirse en este torneo lleno de estrellas en el que se medirán 10 naciones, entre ellas las campeonas mundiales Argentina, Brasil y Uruguay.
Para la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), el evento representa, además, una «gran oportunidad» para el aparato turístico y empresarial por la logística que implica, que incluye hotelería, transporte y comercio en general.
La presidenta del Comité Organizador Local del Preolímpico, Penélope Berroterán, aseguró a EFE que se trata de una competición que trae a Venezuela «de vuelta a la organización de grandes eventos deportivos en materia de fútbol campo».
Recordó que desde 2007, cuando fue sede de la Copa América, Venezuela no había vuelto a ser anfitrión de eventos tan importantes en esta disciplina, por lo que el país apuesta por una activación «más contundente» del fútbol criollo y que este resuene en el ámbito internacional.
El «giro»
Para la FVF, que acoge al comité organizador, el deterioro de espacios deportivos, la falta de apoyo económico e incluso de respaldo de los fanáticos son aspectos que han quedado atrás para dar paso a una mejor época.
Berroterán cree que el fútbol venezolano vive un «giro» generado por la destacada actuación de la selección nacional absoluta en las eliminatorias mundialistas, donde ocupa el cuarto lugar de su grupo, y por la «inversión enorme» de los últimos meses para la recuperación de instalaciones deportivas.
«Ha sido un paso bien importante (…) poder superar esos obstáculos que venían haciéndonos sombra en el fútbol y que hoy nos permiten organizar eventos como este y dejar el nombre de Venezuela, el nombre del fútbol venezolano muy en alto», apuntó.
El despliegue
Venezuela se prepara para este debut desde el pasado julio, cuando el propio presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, anunció que el país organizaría el torneo, en el que se definen a los dos representantes de Sudamérica en los Juegos Olímpicos.
Domínguez aseguró entonces que la Conmebol sería aliada en el «proceso de transformación del fútbol venezolano».
Ahora, a nueve días de la inauguración, la nación afina los detalles con un «gran despliegue» en cuanto a adaptación de espacios y vías de acceso, con el fin de alcanzar los niveles exigidos por la confederación sudamericana.
«Se ha dispuesto toda una operación técnica de infraestructura y logística en torno a la recuperación de todas las instalaciones deportivas que van a ser utilizadas para el Preolímpico de fútbol», destacó la encargada local del torneo.
En cuanto a la seguridad, señaló que más de 2.500 funcionarios estarán repartidos en las tres sedes seleccionadas para el torneo, en las ciudades de Caracas, Valencia y Barquisimeto.
El foco
La federación espera que el evento, cuyas entradas cuestan entre 3 y 5 dólares, sirva para generar ingresos al país, pero también como una «vitrina» en la que se puedan mostrar las «futuras promesas» del fútbol venezolano.
Asimismo, el país peleará por un pase a la cita olímpica, a la que acudió una sola vez, en 1980, gracias a una invitación y no a una clasificación.
La reconocida Venezuela beisbolista dará todo por ser llamada también futbolista, un objetivo por el que deberá enfrentarse a la crema y nata de la región, empezando por destacar en su grupo, en el que competirá contra Brasil, Colombia, Bolivia y Ecuador, mientras que en otra ventana harán lo propio Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y Perú.
Vía: EFE