La mayoría de las granjas camaroneras de Venezuela están situadas en la orilla oriental del Lago de Maracaibo Esta región es también centro de producción petrolera en el país y a lo largo de los años, cientos de derrames de crudo han contaminado las aguas y dañado los ecosistemas marinos que albergan especies autóctonas de crustáceos.
A pesar de ello, la industria camaronera venezolana ha crecido exponencialmente en los últimos 25 años.
El sector, que exporta alrededor del 95% de su producción, ha conseguido hacer frente a las amenazas medioambientales derivadas del deterioro de la infraestructura petrolífera y a las dificultades económicas.
Aunque en el extranjero se reconocen sus progresos, los criadores de camarones venezolanos siguen enfrentándose a obstáculos en su país.
Según Arnaldo Figueredo, director ejecutivo de la Sociedad Venezolana de Acuicultura, actualmente hay más de 19.000 hectáreas de estanques camaroneros en todo el país, repartidas en unas 700 explotaciones.
Sin embargo, la mitad de estos estanques están cerrados o no funcionan debido a la crisis económica del país. Las granjas que han podido sobrevivir y crecer a pesar de las dificultades económicas pertenecen a poco más de una docena de empresas privadas.
Los derrames petroleros como amenaza
El mayor problema medioambiental al que se enfrentan los camaroneros son los constantes derrames petroleros que contaminan las aguas del lago de Maracaibo y el golfo de Coro, en el estado de Falcón, según explicó a Mongabay Néstor Pereira, experto en ecología acuática y profesor de la Universidad del Zulia.
Los derrames siguen ocurriendo porque la industria petrolera no mantiene su infraestructura, especialmente tras la ola de expropiaciones de las empresas que reparaban y mantenían los 25.000 kilómetros de tuberías submarinas del lago de Maracaibo.
En 2023, Venezuela registró 86 derrames de petróleo, de los cuales el 84% se produjeron en los estados Zulia y Falcón, que albergan la mayor parte de las granjas y laboratorios de producción de larvas de camarón.
Estos obstáculos empujaron a la industria a desarrollar un sistema de producción más sostenible y eficiente, al tiempo que se reducían los costos y aumentaba la productividad.
«Los derrames han llevado a la industria a pasar de un sistema de mar abierto a uno hidráulico cerrado y la utilización de probióticos, que además mejoran el sistema digestivo y el metabolismo de los camarones, su fisiología, haciéndolos más fuertes y vigorosos para enfrentar los problemas que pueda tener el agua», dijo Pereira.
«Con este Sistema de Acuicultura de Recirculación (SRA), las camaroneras -aunque no todas lo tienen- han dejado de tomar y descargar agua del Lago de Maracaibo».
La producción también se está volviendo más intensiva, con granjas que cultivan entre 50.000 y 300.000 camarones por hectárea, dijo Figueredo. Mientras tanto, se ha reducido el tiempo necesario para que los ejemplares alcancen la madurez.
«Antes, el ciclo de engorde era más largo, entre cuatro y cinco meses, pero ahora, para tratar de acelerar la producción y detectar cualquier problema, se utiliza un ciclo más corto: un ciclo de pre-cría y otro de engorde, que suelen durar dos meses y medio cada uno», explicó Figueredo.
Los cambios en la producción y la mejora de la gestión del agua en los procesos de pre-cría y cría han contribuido a que la industria deje de verter efluentes contaminantes al Lago de Maracaibo, al tiempo que se conservan los ecosistemas de manglares de la región.
Once empresas camaroneras venezolanas están certificadas por el Aquaculture Stewardship Council (ASC), uno de los principales organismos mundiales de certificación del sector, que evalúa a las empresas en función del bienestar de los trabajadores, la implicación de la comunidad, la eficiencia de los recursos y la responsabilidad medioambiental.
El biólogo marino Robert Tenia, jefe de producción entre 2018 y 2022 de Inmarlaca, la mayor camaronera de Venezuela vio cuatro visitas de certificadores. «Comprobaron las condiciones de trabajo, dónde dormían los trabajadores, cómo eran los comedores, el estado de los manglares circundantes, los filtros de reposición de agua y que no hubiera fugas de animales de las piscinas a zonas naturales», explica a Mongabay, un portal especializado en ecología y sostenibilidad.
Cuando Tenia se jubiló, en octubre de 2022, Inmarlaca estaba aplicando un protocolo de plantación de manglares y evaluación de aves migratorias, de forma similar a uno de sus competidores, Camalago.
Camarones: un valor económico insospechado
En 2023, el camarón representó el sexto mayor volumen de exportación de productos básicos de Venezuela por valor, con 214 millones de dólares.
Los principales destinos fueron Holanda, Francia y España, aunque el mercado de mayor crecimiento es China; las exportaciones a ese país pasaron de 15,6 millones de dólares en 2021 a 32,8 millones en 2022.
El economista Asdrúbal Oliveros, presidente de Ecoanalítica, destacó en su cuenta de la red social X que el sector camaronero se ha convertido en un área clave para la economía venezolana «y un oferente relevante en el mercado de divisas«.
Los cambios de sostenibilidad y productividad de la industria han abierto nuevos mercados internacionales.
Según Fernando Villamizar, presidente de la Asociación de Productores de Camarón del Occidente (Asoproco), la industria tiene la vista puesta en Asia, Oriente Medio y Rusia, donde apunta a un potencial de crecimiento masivo.
Villamizar dijo a Mongabay que en 2024 Venezuela produciría 60.000 toneladas métricas de camarón, un 50% más que en 2023. Este aumento de la producción situaría a Venezuela entre los 10 principales exportadores de camarón del mundo.
Según Villamizar, la producción final de 2024 podría ser de unas 100.000 toneladas métricas, una meta alcanzable, dado que en enero hubo un aumento de 12% en la producción con respecto al año anterior.
Diésel y electricidad: dos problemas fundamentales
Un paso clave por el que presionan los productores de camarón es acordar con las autoridades un suministro estable de diésel y electricidad.
En un país con frecuentes apagones y refinerías petroleras paralizadas, el gobierno no puede garantizar estos servicios básicos, sino que exige a las camaroneras que financien una red de gas natural y electrificación para las granjas y comunidades, así como la pavimentación y ampliación de la infraestructura vial cercana a las camaroneras.
«Hemos solicitado al gobierno nacional una reducción del 50% en el impuesto de exportación, lo que nos permitiría ser más competitivos. A la larga implicaría un mayor aporte fiscal, porque nos permitiría utilizar el 30% de la capacidad ociosa actual«, dijo Villamizar.
Pereira señaló la importancia de la inversión tanto estatal como privada en la investigación acuícola en Venezuela.
«Para avanzar se necesita investigación. Actualmente no existe una política de investigación coordinada entre la academia, los productores y el Estado, para entender mejor el comportamiento de este sistema de cultivo, hacerlo más eficiente y sustentable. Hemos avanzado por ensayo y error, lo cual no es lo ideal«, dijo.
Lo que la industria necesita para impulsar la producción, dijo, es «incorporar figuras legales como las concesiones marino-costeras, como las que se otorgan en Venezuela exclusivamente con el petróleo».
Este cambio implicaría un clima regulatorio seguro y estable, reduciría la posibilidad de políticas gubernamentales arbitrarias y acabaría con la molestia de tener que renovar permisos anuales, dijo Figueredo.
Con información de Banca y Negocios