Las ventajas de la proteína vegetal

0
Foto: Archivo

Para los investigadores, un mayor consumo de proteínas vegetales vino acompañado de niveles más bajos de colesterol LDL “malo”, presión arterial y sensibilidad a la insulina, todas buenas noticias para la salud cardíaca de una mujer.

Por otro lado, una mayor ingesta de proteína animal se asoció con unos niveles más altos de todos esos factores de riesgo, apuntaron los investigadores.

Los beneficios de la proteína vegetal podrían derivar de otros componentes de los alimentos vegetales en lugar de la proteína, anotaron los investigadores. Las plantas contienen niveles más altos de fibra dietética, micronutrientes y compuestos beneficiosos que los alimentos de origen animal.

Las fuentes de proteínas de origen vegetal incluyen legumbres como porotos, garbanzos y soja; cereales integrales como avena y quinoa; y nueces y semillas.

Los investigadores plantearon la hipótesis de que los alimentos de origen vegetal podrían haber resultado los más beneficiosos en el estudio porque son ricos en nutrientes, como fibra, vitaminas y compuestos llamados polifenoles que previenen la inflamación.

Además, la proteína también es clave para desarrollar músculo, un factor importante para prevenir la fragilidad a medida que se envejece.

En ese sentido, por último, los autores del trabajo también sugirieron que es buena idea comenzar a comer suficientes proteínas en la juventud, antes de que surjan problemas de salud.

¿Cuáles son los vegetales con más proteína?

Entre los alimentos destacados que aportan proteínas vegetales se encuentran legumbres como frijoles o porotos, guisantes secos o arvejas, lentejas y garbanzos, así como los cereales y pseudocereales, entre los que sobresalen la avena y la quinoa.

Además, los frutos secos -como nueces, avellanas, almendras, maní y castañas– ofrecen no solo proteínas, sino también grasas saludables y otros nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del sistema cardiovascular.

La importancia de las legumbres radica en su aporte de hierro y vitaminas del grupo B, esenciales para el mantenimiento de la salud cerebral y sanguínea. Asimismo, su alto contenido de fibra promueve la sensación de saciedad, contribuyendo a la gestión del peso corporal. Por otro lado, la quinoa se distingue por su riqueza en aminoácidos esenciales y un índice glucémico bajo, que favorece el control de los niveles de colesterol, especialmente en individuos con antecedentes de complicaciones cardiovasculares.

Los frutos secos, por su parte, se caracterizan por ser fuente de omega 3, fibra, vitamina E y potasio, elementos que potencian la salud cardiovascular. Sin embargo, es precisamente por su contenido calórico que se recomienda un consumo moderado y ajustado a las necesidades nutricionales individuales, previa consulta con un nutricionista.

Con información de Infobae