Los excrementos humanos obligan a cambiar la ley en el Everest

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Foto: Archivo

El respeto por el entorno natural es lo que permite que joyas como el Everest puedan mantenerse razonablemente intactas durante décadas. Sin embargo, 70 años después de que Sir Edmund Hillary lograse el histórico ascenso, la montaña más alta del mundo huele, literalmente, a excrementos.

No es una forma de hablar. El Everest lleva tiempo siendo objeto de una explotación sin descanso, hasta el punto de convertirse en un vertedero de basura en el que no faltan las heces humanas. Es tal la cantidad que, en días de sol y razonable calor, «la montaña apesta a mierda», según ha explicado Mingma Sherpa, presidente del municipio rural de Pasang Lhamu, donde está la mayor parte de la montaña.

Hasta tal punto ha llegado el problema que han tenido que implementar una iniciativa legislativa para frenar ese problema.

A partir de ahora, los montañeros que pidan los correspondientes permisos y licencias para ascender el Everest tendrán que comprar unas bolsas que contienen unos productos químicos que permiten solidificar los desechos humanos, con lo que su olor e impacto medioambiental se reduce notablemente.

El Comité de Control de la Contaminación de Sagarmatha (SPCC) ha anunciado que habrá unas 8.000 bolsas preparadas para el arranque de la temporada 2024 a finales de marzo y se podrán comprar en el campamento base del Everest, donde se deberán depositar al regresar. En caso de no devolverlos pertinentemente usados y sellados, los montañeros infractores se enfrentarán a una severa multa y el veto para acceder de nuevo al Everest.

En declaraciones a la BBC, Mingma Sherpa ha explicado que es el frío extremo de la montaña uno de los principales aliados de estos excrementos para ‘sobrevivir’. Algunos escaladores que llegan a las zonas más altas han visto estos deshechos en las rocas prácticament intactos, lo que aumenta la probabilidad de que los microorganismos sobrevivan. «Algunos montañeros han llegado a enfermar», advierte Sherpa.

El problema es que la capa de nieve en las capas más altas es muy limitada. Mientras que en altitudes razonablemente bajas, los escaladores suelen cavar agujeros para evacuar ahí, en las altas al no poder excavar en la nieve, convertida en hielo, lo dejan al aire libre. Muchas veces, incluso en medio de las propias rutas ya creadas por el paso previo de otros montañeros, por lo que otros tienen que esquivarlos.

Tres toneladas de excrementos en el Everest

«La basura sigue siendo un problema importante, especialmente en los campos más altos a los que no se puede llegar, «señala Chhiring Sherpa, director ejecutivo de la SPCC.

Los datos que maneja esta ONG son impresionantes: estiman que hay unas tres toneladas de excrementos entre el Campo 1, en la base del Everest, y el Campo 4, cerca de la cumbre, según BBC News. La mitad de estos están en el Collado Sur, en el Campo 4, que está a unos 8.000 metros de altitud.

Este es el último ejemplo de cómo la basura y los desperdicios que dejan las personas están destrozando el entorno del Everest. Los restos de los campamentos, con ingentes cantidades de bolsas de comida, heces, botes de oxígeno y todo tipo de desperdicios están poniendo en riesgo no solo la flora y fauna de la zona, sino también la salud de las poblaciones cercanas.

Con información de ABC